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jueves, marzo 15, 2007

Deudas de sangre

DISPUESTO A HONRAR la tradición de su raza, para la que el crimen no tiene perdón, un líder indígena Wayúu siguió durante más de dos años las huellas de Jairo Alfonso Samper Cantillo, el paramilitar que sembró el terror en las rancherías de Shapá, Guamayaito, Tutu, Mashop, Annamana, en la Alta Guajira, y asesinó a 200 de sus hermanos.
La búsqueda febril terminó el 28 de febrero, cuando el rastreador les señaló a hombres de las Fuerzas Especiales del Ejército el sitio exacto donde se encontraba su objetivo: una casa del barrio Ciudad Salitre de Soledad, municipio del área metropolitana de Barranquilla.
El proceso de identificación de Samper, conocido dentro del bloque norte de las autodefensas como Lucho, supuso un recorrido por las páginas de su prontuario, escrito con sangre. Como tercero al mando de la organización que dirigió Jorge 40, este hombre desató, durante 2002 y 2004, una campaña de exterminio entre comerciantes de Maicao, indígenas y ganaderos que se oponían a los planes expansivos de las Auc o se negaban a despejar sus territorios para facilitar el tráfico de armas y cocaína a gran escala.
Familias enteras desaparecieron bajo su imperio criminal. Con base en las pruebas aportadas por el rastreador y por otras víctimas, la Fiscalía le imputará formalmente las masacres de los Paz Jusayú, los González Gouriyú, los Jusayú Pushaina, los Romero de Epinayú, los Boscan Ortiz, los Boscan Ospino y los Boscan Bonivento.
Su última estratagema para eludir a quienes lo buscaban consistió en anunciar a los cuatro vientos su desmovilización. Sin embargo, cuando la presión de las autoridades cedió, él decidió armar tolda aparte y creó una retaguardia que pretendía conservar el dominio territorial conseguido por 40 en La Guajira. Siguió ejerciendo una fuerte influencia sobre empresas productivas que estaban en la mira de los paramilitares, entre ellas la planta de abastecimiento de combustible llamada Awatayacoop, la cual tiene en la actualidad el negocio de la gasolina que llega desde Venezuela hasta el municipio de Maicao.
Poder emergente
Esa retaguardia, sin embargo, se convirtió pronto en la estructura principal del grupo emergente de las águilas negras, que buscan copar los espacios dejados por los desmovilizados. Su perspectiva en crecimiento en La Guajira y el área de influencia de Samper Cantillo son otros de los elementos que convencen a las autoridades de que esta es una captura de gran relevancia.
De eso está convencido el fiscal 30 especializado de la Unidad Nacional de Derechos Humanos, que estuvo en el procedimiento al identificarlo plenamente y le leyó los cargos. "Su captura -le notificó el funcionario- se ordena por ser el tercer cabecilla de las recién desmovilizadas autodefensas ilegales en el municipio de Maicao; por organizar nuevas bandas criminales, como las águilas negras; por homicidio y concierto para delinquir".
Una estrategia que corre paralela a la aplicación de la Ley de Justicia y Paz, lleva hoy al Gobierno a desplegar una ofensiva contra los alfiles de los grupos conformados por quienes nunca creyeron en soluciones negociadas.

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